sábado, 29 de agosto de 2020

sorda luz original

 

Un Ángel ha soñado con Alicia Keys, ardides del destino,
facilidades, facultades de las cosas, un karma insólito. Como soñar con una manada de caballos
salvajes, sus crines relucientes, sus cascos minerales. Como
caer, y levantarse, sonreír de aquel modo
platónico, patriótico. Feliz.
 
El Mundo arrecia en su desiderata, cruje su misericordia; el tiempo
corre como un descosido, echa a correr detrás de su cola perruna, gira tras su rabo perruno,
anuncia un giro catastrófico de las formalidades. Hay algo cotidiano
que ocurre una vez en la vida: un asesinato, una persecución. El niño que consigue su primer milagro, que flota
sobre la tierra, camina sobre las aguas igual que un profeta
desterrado.
 
Malos augurios: los de siempre. Los de siempre
vaticinan peligros morrocotudos, invasiones tártaras, dominaciones de las dominaciones, aberraciones
de los abejarucos, sucesos naturales contados casi como muertes naturales,
crecimiento de plantas y árboles en vías de desarrollo. Culminación del desencanto de algún río
especialmente funesto pero orlado con un nombre
llamativo y sonoro.
 
Ella ha decidido ser un Ángel más,
pero quién sabe. Si el poema escoge a sus líderes universitarios, sus portavoces
sindicales. Hoy es otro día de huelga en el infierno, será un día para leer el Manifiesto, para manifestarse
debilitados por la droga en la sangre, dormidos y desharrapados, en las nubes
y en Babia, abducidos por el espectáculo
coral de la contradicción y sus valores eternos.
 
El cielo exuda triunfalismo, los pájaros recorren su carriles
invisibles sin saltarse un solo semáforo, llevan un mapamundi en sus cabezas de chorlito,
siguen la variedad del humo, su aroma inocente. La luz, en cambio, no tiene buen
oído, salva la situación con esa fortaleza de los pequeños dioses,
esa rocosa industria suya de la realidad.




viernes, 28 de agosto de 2020

el maravilloso mundo de los nombres de las mujeres afroamericanas

 

Entramos en el maravilloso mundo de los nombres de las mujeres
afroamericanas. Entonces, Chaasadahyah firma un poema de amor: la firma es el poema.
 
La torre desde la que atisba las mareas Yung Rapunxel, desde la que filtra sus apreciadas
lágrimas. Azealia existe como una estrella
azul, joven y futurible, flexible como un junco japonés, inflexible
como un maestro Zen a la hora de la siesta.
 
Respetamos los nombres, son fundamentales;
apenas concretamos su importancia Real. Si apenas la muchacha con su vestido
blanco y sus piernas de color imborrable, sus piernas
colegiadas, socorristas, cubiertas de esa piel omnipotente proclive a la metamorfosis
poética, es decir, hermética [encofrada]. Si apenas
es una chica mexicana, un modelo arquetípico, alguien.
 
El extraordinario mundo de los nombres
engulle la literatura en su boca promiscua; hay que saber, hay que luchar, hay que estar ahí y sacarse
una fotografía de época, la espina del Arte, hay que ser nombrada
por la Historia.
 
Kiandra, Kiana. Con una letra
K se exprime el universo, se garantiza el góspel para la eternidad, basta para cantar
y basta. Para el infinito. Y el poema conspira, continúa en la sombra, nace y vuelve a nacer,
muere pero no declina, muere pero resucita y barre
la atmósfera, echa el cerrojo al cielo, absorbe el licor clandestino
con la inefable sed de la marea.
 
Rozonda es otro Ángel, su maravilloso nombre
acapara la atención, forma una montaña de caracteres híbridos, ella se lo pone como un escapulario.
Su misión es infundir valor a las auroras,
fortalecer el ánimo de los caminos. ¡Oh, y qué bien sintoniza
con los héroes del Soul!




miércoles, 26 de agosto de 2020

un punto de luz

 

Asomarse a la barandilla de su mente, ese clúster
antológico, acodarse en la barra libre de su mente –tan cerca de la vida–,
y regocijarse en la tormenta.
 
Esta vida insoportable
no tiene nada que ver; solo la poesía es contingente, importa. Solo la belleza. (Pues) un poeta
participa en el certamen de poesía erótica (y ni siquiera se contradice), presenta
un objeto de mal gusto que inmediatamente es llamado
poema y, sin embargo, es bello.
 
Emily existe en el ángulo frágil del universo observable, se expande como un punto de luz,
gatea entre las sábanas. Su palabra se difunde
entera, sílaba a sílaba, se acentúa en el recuerdo.
 
Oh, la soledad en mente. El alma. Ahora, su alma levita,
vuela por encima del cuerpo, es un cuerpo astral que transita emergente, remonta ciertos laberintos
materiales incluso vedados a su indagación, incluso poco meditados. Su belleza
es un incendio tras otro (así aparece), ofrece una inusual
concentración de predicados salvajes, el núcleo absorto de la suavidad.
 
Con esa idea dentro, esa sospecha, aquel silencio
represado y propicio. Acodados en la barra americana de la poesía tratando de traducir el epitafio
adecuado, de introducir un panegírico obsceno, procurando situar el verso en la tierra de nadie del desafío
carnal, a muchos dólares de distancia del éxito.
 
Recitar la inconstancia y su protagonismo, y su mera cuestión de actualidad, su error
de estilo. Asomados a la barandilla del miedo con un vaso en la mano y una cruz en la frente,
solos frente a la tempestad y el orden. ¡Qué degradación!
 
             El motor de la noche
             ha partido en dos el mundo: cielo y tierra
             son dos llamas oscuras de idéntica medida.
 



domingo, 23 de agosto de 2020

árbol de familia

 

Nas ha sacado disco. Ya, para ti no es
relevante, Destiny®, no estás afiliada al gang. Aquí, el caso es que suena
metalúrgico, suena acusativo, al flautista de Hamelín o a discurso de James Baldwin,
rasca la espalda como un rascador, raya como un rayador,
aluniza en el escaparate del concesionario, aterriza en un bloque
con el ascensor estropeado.

La flota aparece de pronto por una esquina del Parque que no se reconoce,
una curva cerrada de la Avenida, pasa bajo el arco
detector de asteroides, las luces de navidad del año pasado. La música oscurece todas las soledades,
cada una de ellas, las estrangula poco a poco como a George Floyd,
hace que desaparezcan como Sandra Bland; ah, es un truco
extraordinario, la magia del cop, el desvanecimiento espontáneo de la realidad, la fantasía de Kafka.

Extraños países sin bandera y sin himno nacional se han organizado,
han decidido tomar el control de su propia basura, han invertido un dineral en un camión
de la basura. Ahora lo vemos pasar bajo del arco del triunfo, bajo
tierra también, a metro y medio, dos metros, como el metro, pero sin respiración asistida.

Hay que comprarlo como sea (Nas), hay que escucharlo. Situarlo en la cima
del hit parade, hay que darle un disco de platino antes de tiempo, antes de que empiece el tiroteo y la luz
deslumbre y los tímpanos padezcan el estallido del aire. Seremos
reales durante un espacio informativo, nuestra fuerza es como la de un perro de raza potencialmente
peligrosa, reportamos colmillos y pistolas.

El disco se vende y se trafica, el MP3 escala
antenas parabólicas con la experiencia de un teleoperador habitual; qué colaboraciones:
Joe Biden, Kamala Harris y todos los demás (pero falta AOC). Ahora resulta que faltan
todos los demás, falta Sandra, falta James, falta el Poeta
(y su parafernalia, su atrezo en el exilio, su perro abandonado): al fin irán llegando. Don`t worry,
al fin seremos uno “en el espíritu del pueblo”,
ya lo verás, Destiny®.


viernes, 21 de agosto de 2020

recordar

 

Si una patria pudiera
renegar de la sangre, darle un hijo a la Historia.
Abortar.

Buscamos en la tierra, zahoríes de huesos. Buscamos en el cuenco
terrestre de los ojos. Nos tapamos los ojos con las manos, pero abrimos
los dedos para entrever el aire. Somos
cazadores de imágenes, artistas del reflejo.

Hallamos en el monte el verso invertebrado, la longitud
exacta del destierro, una medalla oscura, una costilla. Tenemos tanto miedo a los perros
del campo como a las ramas de los árboles, las alambradas, los barrancos;
amamos a los desaparecidos.

Buscamos al Poeta en el occipital de un general
rebelde, no en la tierra escarnecida y renuente, no entre las flores ni en el olivar
sembrado de oscuras bendiciones. Realizamos
nuestras prospecciones armados con un fino taladro, presionamos levemente y aguzamos el oído
para no perdernos la descarga, el verso, el curso
accidental de la melancolía.

Bajo su nombre propio, somos buscadores de tesoros, licántropos esbirros de la Luna,
trepadores del odio y presos de conciencia.

Damos la vuelta a la manzana y aramos la memoria, sepultados
en el barro carnal de la meseta, en la arena del tiempo, que no se regenera,
en el azar impuro de las confesiones. Dentro del poema
nos movemos con la inercia del príncipe encantado, la caridad del Ángel. Porque
hemos asistido a la representación del silencio y damos fe de un futuro
más lejano que el brillo cegador.

Si una patria pudiera renegar de la Historia.
Recordar.



miércoles, 19 de agosto de 2020

the light

 

Superposición, superstición, las cosas
incordian en su ambiente. Broadway es una calle de París, está al lado de un pequeño
río extraordinario. Nacer o no nacer, he ahí el esquema de la reconstrucción, su abecedario
indefenso, su no-coincidencia.

Nacemos en el Parque y desvemos la ciudad, con entrenamiento. Con la práctica, acabas viendo
solo lo que brilla, tu deseo
es insufrible, solo ves lo que deseas. Se puede nacer, incluso, en un lugar de la memoria,
desnudo como siempre pero harto de penurias.

Alguien apadrina un milagro de andar con pies de plomo, por ahí, sin domicilio
fijo ni estación termini ni circunloquios que valgan; empadrona un milagro y se deshace
del tiempo que podría incriminarle.

En cada ciudad del mapa, instalado como un programa informático,
arde el cosmos, también en los puntos de venta más esmirriados y menos rotundos, presos
en sus algoritmos despreciables, también en el vacío que cubre
regiones invisibles.

Todo es cuestión de habituarse a la insistencia de la realidad,
acomodarse ante la pantalla de la realidad y aburrirse con el último remake del firmamento que se repite
eternamente como una epifanía (o un espasmo).

Estamos en el mundo, y nos concierne, nuestro espacio
aturde un poco, nos golpea con furia de campanas, segunderos atroces, deja caer sobre nosotros
el peso lóbrego de la sobriedad. Ocurre fuera de la vida,
capta el instante en que el cielo sonríe y lo elabora, lo funde en un incendio desolado, lo esparce
sobre la forma de una ciudad cualquiera, sobre el lecho del Sena
o el sórdido poema que compone el fulgor de Times Square.



lunes, 17 de agosto de 2020

cita a ciegas


Los antiguos filósofos lo explicaron mejor: es fácil ligar paseando al perro.
No hay que estar en ningún sitio en especial. Solo ir a todas partes. 
(Colson Whitehead) 

Intenso. En legítima defensa, un chaval ha ensayado su alegato con Destiny®, que ha palidecido
y se ha ruborizado simultáneamente: nada que ver con la filosofía
(ni con la religión).

Podría haberle fulminado con el Arte; resulta complicado seguir
el hilo de las situaciones, hay una concomitancia real de los acontecimientos que dificulta el trámite
compacto, imposibilita proceder con eficacia
y músculo alternativo.

El panorama implica asimismo un cuajo
desigual de las oportunidades. Todo ocurre en un suspiro
común, da lo mismo expirar que respirar, morir que hacerse el muerto en un poema cualquiera.

Destiny® se complica la vida, tiene
instrucciones imprecisas, un manual de consecuencias, una calculadora
de sueños. Maneja e improvisa, define el tiempo si hace falta, rastrilla un parque como Central
Park en una mañana de descanso. Es como una fotocopia de los Ángeles,
funda una ciudad de Los Ángeles y la recorre a pie del tirón,
atlética, frenética y mortal.

Si el chico hubiera contemplado a una muchacha que camina
balanceando los brazos con inesperada alegría, su pelo negro, la cadencia
seráfica del ritmo, la orfandad absoluta de su movimiento. Entonces, todo habría estado bien.

Debe enfrentar su inapetencia; Destiny® cierra los ojos,
aletea en su vestido blanco, su piel es la corteza de un árbol pasada por el filtro del amor,
su rostro parpadea durante un puñado de arena. Sonríe
como una forma de mirar atrás, de hacerle espacio al mundo
sin que nadie lo sienta.



sábado, 15 de agosto de 2020

las 4 dimensiones del olvido

 

Objetos que no nos pertenecen, propiedad de la sangre; áridas
fotografías: un violín de Stainer
que ha sobrevivido.

Nuestra es la aflicción por el quebranto. Nuestra
afición por la memoria y las resurrecciones. Pero la ciudad es distinta, es como el río. Nuestra
ciudad promulga extensos bulevares, se desintegra en flamantes letreros luminosos,
se apoca entre los altos edificios; aquel restaurante
ha desparecido como una pareja de muchachos
o un reloj.

Viajamos con lo puesto;
oh, inmortalizamos nuestra biblioteca (para alguien). Cedemos los derechos de nuestras agonías,
nos compadecemos de la realidad.

Si falta un libro, ha desaparecido como una estatua,
como el toque a limón de un perfume discreto. Sabed que el libro es un objeto con personalidad y hacienda,
tácticas para la guerra, brazos como liras, ojos irisados, nervios.

        El violín convoca al resto del cuerpo:
las manos voladoras, el cuello acogedor, los dedos insulares (la austeridad
del hombro, siempre ajeno), emplaza
incluso a los palacios, los jardines, las plazas encogidas de espanto.

Nuestro es el silencio de los Ángeles,
su decepción es nuestro patrimonio. En nosotros recae el oprobio, pues aún prosperan
turbios amaneceres como aquellos y la Luna exige a los amantes el mismo realismo, la misma
delicada sobreactuación.

Delante de los ojos, un arpa imaginaria, el violín de Stainer, una esclava con su fecha
grabada, un cenicero. Objetos al rescate del aliento,
sombras de una victoria desterrada.



jueves, 13 de agosto de 2020

antropología ensimismada



En el cielo, antes de dejarse caer, Destiny® toma
clases de Antropología, es decir, puede reparar una locomotora o enunciar de diez maneras distintas
el Principio de Mediocridad.

Ahora es un poco tarde, como siempre. Los trenes, como siempre, son parte del pasado.
La vegetación se adueña, como el hielo, hay mil tonos de verde entrelazados;
sobre los tejados color teja, un verde teatral.

Clases de Poesía y Contradicción. Materia por materia, la poesía
ha dejado de ser un secreto, es tan tarde
que parece una sucesión de renglones raídos, diámetros inseparables, asignaciones
unipersonales anotadas escrupulosamente en las cartillas de racionamiento.

Inefabilidad y Subsistencia (avanzadas). Las peonzas y los átomos
mantienen el equilibrio, parecen descender del firmamento como pelotas de golf,
ruedan como la Vía Láctea, brillan en sí. Nota Bene: es importante conservar la perspectiva, imitar
la estocada del Arte, apuntarse un impasse creativo.


Cruces y cruces de carretera, caminos
vecinales cerrados al destino, atajos hacia el monte Calvario (sembrados
de cadáveres). La poesía ha dejado de centrarse en los cadáveres y ensalza lo suficiente, vive –tan vívida–
su buena vida, se deja creer.

Llegas tarde a cenar, Destiny®, llegas un minuto tarde y el tren
ha renacido con un crujir de huesos, un restallar de su carga anestesiada, ya se encuentra
lejos del mundo, ocupa un punto gris
ceniza en el futuro, mañana será verde corazón.


martes, 11 de agosto de 2020

la pura norma de la naturaleza

Seid Nacht und Nebel gleich (Asemejaos a la noche y a la niebla) 
Richard Wagner: ‘El oro del Rin’ 


El campo es una industria amenazante,
da miedo como un hongo nuclear, como los padres y sus precauciones,
como la ajena sombra de la luz.

Aquí se llega desde cualquier
extremo, se llega desde el cuerpo de la noche, desde un día cualquiera
soleado y prudente, desde la forma de la lluvia que se desenreda de las horas, desde la llama
viva del espejo ideal.

Tenías que volver.
A sopesar esos amaneceres, a profesar esa neutral ruptura de la simetría;
¡volved y retoñad árboles, rocas, hijos de la hierba!, volved sobre una nube lenta, sobre un cuenco
de arroz, a horcajadas sobre la feroz montaña rusa de la infancia.

Oh, qué agradable compartir
el espíritu flexible, miope de la familia, su reciprocidad y su ley del silencio, abrazos,
besos en la distancia, orgullo y tinieblas. Qué dulce remedar a la niebla que perfuma
los nichos y fondea en el centro del ocaso.

Hasta aquí llegan los trenes
–apurados y lívidos– reproduciendo un sonido y una fórmula, sintiéndose
partícipes del gran salto adelante, la gran Historia y sus formalidades siniestras.

Reportamos el humo y la sensación
animal de un gemido corrupto que se adapta o se engrandece,
desnivela por sí solo la estética de la realidad o es una funda de realidades arrojada
al vacío real y su quimera.

¿Por qué tuviste que desear la muerte? ¿Quién eres? ¿Qué consejo
seguiste, si el lenguaje era para ti un modo de desandar el pánico, de limar sus aristas
y ahora vienes de pronto a alumbrar el estilo, la pura norma de la Naturaleza?



domingo, 9 de agosto de 2020

nos falta el aire

 

Corre la brisa bajo el árbol triste,
espaciosa, elástica, la frescura tiene que ver con el peso remoto de las realidades,
con el tránsito.

Emily distraída, olvidándose de algo (las llaves no, alguien habrá en casa). En ese momento,
el poema surge tan desconcertante como un nervio que se agota. En el campo, el campo de Higgs se da un respiro,
la realidad pesa lo suyo menos un par de pensamientos
libres.

En la azotea, la corriente comulga con un vaso de agua de lluvia, con un insecto
feliz; para las fábricas aún rige una distancia
temporal, un gap romántico, solo traviesas al sol intrascendente, caminos inasibles, sendas sin senda,
horizontes sin tregua; la historia, que nunca se repite.

Fortalecidos por el milagro del lenguaje, la cristalina
ausencia (esencia) de un mensaje completo, la fecundidad de las desilusiones. Términos
aseados en su brillo, automáticos como una salva de aplausos, peligrosos
como una sentada frente a comisaría (o una estrofa de Keats).

Pero las almas soslayan la ecuación, eluden el paisaje,
que deviene ilusivo, intrusivo, cortante. Las almas realizan sus trabajos
forzosos, viven en los barracones, son personas desplazadas al servicio de Flick.

El viento ha llegado a ser un individuo corporativo con derechos y deberes;
se levanta por la mañana y sopla, se acuesta cuando
tocan las campanas. Su tarea es inspiradora, respirable, abstracta.

Tú, Emily, has comprobado, ya en el futuro, la ecuanimidad de la protesta, has echado mano del aire,
ese artefacto dominado por la imaginación y el compromiso: pasamos lista y siempre
nos falta el Arte, que se ha quedado dormido, guarda silencio
dormido en el espejo roto de tu corazón.



viernes, 7 de agosto de 2020

columnas de dolor

 

El castellano es un francés
tosco, malhablado, el ucraniano, un ruso torpe. En francés, tenemos la sensación
de un recorrido interno, una menstruación de los sentidos, es tan dulce, va tan bien equipado…
Reconocemos el sonido prestigioso, inviolable, es una bifurcación del pensamiento entre dos (o más) gramáticas,
dos (o más) galimatías (y estudios preliminares).

Ah, preferimos el yiddish, su melancolía
desterrada. Estamos con Ira y su infinita paranoia incólume, columnas de dolor;
contamos la historia en un español deshidratado,
escasamente honroso. Nos contamos las migas de la barba como si hubiésemos comido algo: es nuestra
tradición.

Siempre hay un ayer que viene al rescate de la infamia, nos
socorre del infortunio de haber sido. Soñamos en francés lo que hemos sido, la primera
comunión con el pecado, el primer insomnio, la primera casuística salvaje. Enfrentarse con el tedio
y salir victoriosos, aburridos pero enteros.

El francés es aburrido como un espectáculo en francés, como una retransmisión
deportiva en francés, como una invitación al Arte
en crudo marsellés barriobajero. Ah, y echamos de menos la esdrújula del padre, la bofetada
maestra, el griterío real.

Escuelas de pasión, ciudades como víboras
hambrientas, zonas pantanosas habitadas por osos, descomunales fieras. La taiga
desplazándose como un bosque sespiriano. La ciudad habla en inglés con las palomas y los Ángeles.
Destiny farfulla un cockney plagado de evasivas,
aprendido en la calle como un truco de magia o una trampa en el juego.

Nuestro idioma es un foco de contagio, un vector intransferible;
aporreamos las teclas del piano, las cuerdas vocales, el tambor ancestral. Nuestra misantropía
se descuelga por el muro, baja de golpe por el hueco del ascensor. Hablamos de Arte con los artistas,
de poesía con los poetas muertos. De dios con seres de otro
mundo: es-tu vraiment venu pour ça, Dest?




miércoles, 5 de agosto de 2020

ella dice que no


(de fondo, un cuarteto de cuerda)

¡Eh, Dest!, ¿de verdad has venido 
para esto!  
El Amor se envalentona, y mira que se lo han dicho, mira que no espabila:

        es una situación
        una serie de televisión
        no saca la tarjeta para pagar la cena romántica.

Los italianos están por todas partes. Alessia canta ‘Ready’ y todo se equilibra, todo vuelve por sus fueros.
Será cosa del Amor, tan desequilibrado.

Un Ángel no se enamora. O se enamora en el poema. O se enamora del poema.
Se enamora. El poema es un tipo musculoso, tiene un bonito rostro,
labios rompedores, es un rompecabezas de cuidado. El poema se cuida, va al gimnasio
–tan magnético–, recuerda a un verano en Mariúpol, un descanso celeste.

No es lo mismo. El tiempo interviene,
toma la palabra, el tiempo dice que el Amor siempre es una cuestión de actualidad,

        es un cuento de Carver
        un penacho de bruma entre la fronda
        compra flores el día equivocado.

Equivale el Amor a una sentencia? Haces una pregunta a medias. Destiny
dice que no. Ella ha venido a enamorarse de un rayo de sol, un trino, una pastilla de jabón… Ella, que ha conocido
diosas de pequeño vientre, tirabuzones ingrávidos,
ah, de quisquillosa piel.

Puedes encapricharte del Amor que asoma la nariz en el poema, los ojos
maniatados. Fuera, el hielo arroja su pudor sobre la noche
incalculable, pesan más los corazones
y la carne se incrusta en el pasado. Y llueve.


lunes, 3 de agosto de 2020

hay pájaros (sin más)



Dentro del bosque la luz muere en silencio. Los pájaros.
Por el suelo, las ramas cobran vida, alborotan las hojas, hay un rastro
vegetal que no se pierde, es un sumidero de asfalto, una cimentación en ciernes. La calle principal
sigue en obras, cortada, la calle entre dos formidables
hileras de cipreses. Se ven ardillas motorizadas contra las motosierras,
picapleitos como pájaros carpinteros, se escucha el aroma gris del contrabando, la gelatina
áurea, la resina que arrecia en su afán recordatorio.

Destiny® pasea la frondosa vacuidad intermedia desde donde el cielo no-se-puede-ver
(las nubes tocan fondo y el aire marinea como estrellándose a ras de un acantilado infinito),
protagoniza un poema que no le sienta bien:
es cosa del lenguaje que infecta las emociones, le da
cuerda a las alas, se le mete en los zapatos rozando el patronímico ideal.

Los árboles ingresan un poco cada mes en una cuenta atrás, piensan
en el futuro. Pero aquí todo ha pasado ya, todo ha sido creado y mantenido,
quemado, todo ha ardido en la penumbra de las letras, todo ha muerto en un aria extravagante.

Intriga el ritmo colegial del piano, amanece en el oído,
tardío, amenazante. Nadie ha escrito un verso más acorde, nadie se ha esforzado tanto. Suena el piano
a través de las horas, suena por encima del viento, sobre las olas y sobre las notas
aciagas del desánimo.

Dentro del bosque Destiny® flota como una mariposa
ingenua, fluye rumorosa y fluvial, entusiasta, sin música alrededor. Solo el duro
encanto de la noche que se abate, solo la novedad de un cielo atravesado de azul, la fúnebre cadencia
de un ocaso perfecto. Siempre la misma canción; bajo la tierra,
faltan años, las horas reanudan su acción aterradora, los huesos tiritan, chocan
entre sí y con la roca que duerme, las almas rondan tras la inocencia
como pájaros falsos. Los pájaros.



sábado, 1 de agosto de 2020

para nadie


Lloras, Dest. Molesta tu llanto
esférico como un planeta, como una noche en vela. Lágrimas que no son lágrimas
sino rombos de luz, racimos de esta claridad que se nos mete por los ojos,
retoños de una vieja profecía.

Destiny, chica, has venido para algo,
tu destino es fortalecer nuestro futuro, encofrarlo, hacerlo
ingobernable. No vas a meterte debajo de la mesa de Emily, no tienes que esconderte
en la vida de nadie, ni espiar por la ventana
oscura el roce de la pluma sobre el papel arrugado.

No vas a tomarnos de la mano,
ni a besarnos la frente como una madre adoptiva, no vas a ayudarnos
a cruzar la calle cuando estemos ciegos, ni escucharás para nosotros el canto de los pájaros; ah,
crearás una selva, sin embargo, un territorio bárbaro
para nosotros.

Un Ángel llora y no eres tú,
que has esperado la muerte con una copa de vino entre los labios, y has
encumbrado el fuego; no. Tu sombra enciende
la mecha del bosque, tu voz resuena como un tambor de humo.

Campanas, a lo lejos, ensuciando el poema,
mojándolo de perlas monacales, tardes de eternidad, arduas como jardines
visitados. Tintinean tus lágrimas, tropiezan en la pausa
de los párpados, pero vierten su esencia en la distancia
y no sirven de nada,
gracias a dios.



la classe!


Hacia tu nombre, Claire, hacia tu encanto
nuestra ignorada división avanza,
vivos los ojos a pesar del llanto
que continúa obrando su matanza.

Qué firme artillería del quebranto
capitanea nuestra desconfianza
y qué serenidad de camposanto
desde tu voz eterna nos alcanza.

Hacia tu nombre, Claire, hacia tu boca
que en verso muda todo lo que toca,
convierte en oro todo lo que besa.

Hacia tu corazón, nuestra ignorancia,
oscureciendo el cielo azul de Francia,
algo de sombra que a la luz regresa.



Tu voz suena en el mundo, tú qué sabes,
funde la claridad con el asfalto,
trepa un hilo de Luna, suena alto,
es el agua potable de las aves.

Tú qué sabes de agudos y de graves,
si tu voz es un cruce de contralto,
es el Empire State del sobresalto,
el puerto de las nuevas astronaves.

Tu voz quema ciudades, arde sola,
vuela con un feroz viento de cola,
nadie sabe de dónde viene adónde

va tan deprisa y siempre de vacío,
luz que congela el corazón del frío
y solo ante los ángeles responde.

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