sábado, 1 de agosto de 2020

para nadie


Lloras, Dest. Molesta tu llanto
esférico como un planeta, como una noche en vela. Lágrimas que no son lágrimas
sino rombos de luz, racimos de esta claridad que se nos mete por los ojos,
retoños de una vieja profecía.

Destiny, chica, has venido para algo,
tu destino es fortalecer nuestro futuro, encofrarlo, hacerlo
ingobernable. No vas a meterte debajo de la mesa de Emily, no tienes que esconderte
en la vida de nadie, ni espiar por la ventana
oscura el roce de la pluma sobre el papel arrugado.

No vas a tomarnos de la mano,
ni a besarnos la frente como una madre adoptiva, no vas a ayudarnos
a cruzar la calle cuando estemos ciegos, ni escucharás para nosotros el canto de los pájaros; ah,
crearás una selva, sin embargo, un territorio bárbaro
para nosotros.

Un Ángel llora y no eres tú,
que has esperado la muerte con una copa de vino entre los labios, y has
encumbrado el fuego; no. Tu sombra enciende
la mecha del bosque, tu voz resuena como un tambor de humo.

Campanas, a lo lejos, ensuciando el poema,
mojándolo de perlas monacales, tardes de eternidad, arduas como jardines
visitados. Tintinean tus lágrimas, tropiezan en la pausa
de los párpados, pero vierten su esencia en la distancia
y no sirven de nada,
gracias a dios.



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