viernes, 28 de agosto de 2020

el maravilloso mundo de los nombres de las mujeres afroamericanas

 

Entramos en el maravilloso mundo de los nombres de las mujeres
afroamericanas. Entonces, Chaasadahyah firma un poema de amor: la firma es el poema.
 
La torre desde la que atisba las mareas Yung Rapunxel, desde la que filtra sus apreciadas
lágrimas. Azealia existe como una estrella
azul, joven y futurible, flexible como un junco japonés, inflexible
como un maestro Zen a la hora de la siesta.
 
Respetamos los nombres, son fundamentales;
apenas concretamos su importancia Real. Si apenas la muchacha con su vestido
blanco y sus piernas de color imborrable, sus piernas
colegiadas, socorristas, cubiertas de esa piel omnipotente proclive a la metamorfosis
poética, es decir, hermética [encofrada]. Si apenas
es una chica mexicana, un modelo arquetípico, alguien.
 
El extraordinario mundo de los nombres
engulle la literatura en su boca promiscua; hay que saber, hay que luchar, hay que estar ahí y sacarse
una fotografía de época, la espina del Arte, hay que ser nombrada
por la Historia.
 
Kiandra, Kiana. Con una letra
K se exprime el universo, se garantiza el góspel para la eternidad, basta para cantar
y basta. Para el infinito. Y el poema conspira, continúa en la sombra, nace y vuelve a nacer,
muere pero no declina, muere pero resucita y barre
la atmósfera, echa el cerrojo al cielo, absorbe el licor clandestino
con la inefable sed de la marea.
 
Rozonda es otro Ángel, su maravilloso nombre
acapara la atención, forma una montaña de caracteres híbridos, ella se lo pone como un escapulario.
Su misión es infundir valor a las auroras,
fortalecer el ánimo de los caminos. ¡Oh, y qué bien sintoniza
con los héroes del Soul!




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