sábado, 29 de agosto de 2020

sorda luz original

 

Un Ángel ha soñado con Alicia Keys, ardides del destino,
facilidades, facultades de las cosas, un karma insólito. Como soñar con una manada de caballos
salvajes, sus crines relucientes, sus cascos minerales. Como
caer, y levantarse, sonreír de aquel modo
platónico, patriótico. Feliz.
 
El Mundo arrecia en su desiderata, cruje su misericordia; el tiempo
corre como un descosido, echa a correr detrás de su cola perruna, gira tras su rabo perruno,
anuncia un giro catastrófico de las formalidades. Hay algo cotidiano
que ocurre una vez en la vida: un asesinato, una persecución. El niño que consigue su primer milagro, que flota
sobre la tierra, camina sobre las aguas igual que un profeta
desterrado.
 
Malos augurios: los de siempre. Los de siempre
vaticinan peligros morrocotudos, invasiones tártaras, dominaciones de las dominaciones, aberraciones
de los abejarucos, sucesos naturales contados casi como muertes naturales,
crecimiento de plantas y árboles en vías de desarrollo. Culminación del desencanto de algún río
especialmente funesto pero orlado con un nombre
llamativo y sonoro.
 
Ella ha decidido ser un Ángel más,
pero quién sabe. Si el poema escoge a sus líderes universitarios, sus portavoces
sindicales. Hoy es otro día de huelga en el infierno, será un día para leer el Manifiesto, para manifestarse
debilitados por la droga en la sangre, dormidos y desharrapados, en las nubes
y en Babia, abducidos por el espectáculo
coral de la contradicción y sus valores eternos.
 
El cielo exuda triunfalismo, los pájaros recorren su carriles
invisibles sin saltarse un solo semáforo, llevan un mapamundi en sus cabezas de chorlito,
siguen la variedad del humo, su aroma inocente. La luz, en cambio, no tiene buen
oído, salva la situación con esa fortaleza de los pequeños dioses,
esa rocosa industria suya de la realidad.




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