martes, 11 de agosto de 2020

la pura norma de la naturaleza

Seid Nacht und Nebel gleich (Asemejaos a la noche y a la niebla) 
Richard Wagner: ‘El oro del Rin’ 


El campo es una industria amenazante,
da miedo como un hongo nuclear, como los padres y sus precauciones,
como la ajena sombra de la luz.

Aquí se llega desde cualquier
extremo, se llega desde el cuerpo de la noche, desde un día cualquiera
soleado y prudente, desde la forma de la lluvia que se desenreda de las horas, desde la llama
viva del espejo ideal.

Tenías que volver.
A sopesar esos amaneceres, a profesar esa neutral ruptura de la simetría;
¡volved y retoñad árboles, rocas, hijos de la hierba!, volved sobre una nube lenta, sobre un cuenco
de arroz, a horcajadas sobre la feroz montaña rusa de la infancia.

Oh, qué agradable compartir
el espíritu flexible, miope de la familia, su reciprocidad y su ley del silencio, abrazos,
besos en la distancia, orgullo y tinieblas. Qué dulce remedar a la niebla que perfuma
los nichos y fondea en el centro del ocaso.

Hasta aquí llegan los trenes
–apurados y lívidos– reproduciendo un sonido y una fórmula, sintiéndose
partícipes del gran salto adelante, la gran Historia y sus formalidades siniestras.

Reportamos el humo y la sensación
animal de un gemido corrupto que se adapta o se engrandece,
desnivela por sí solo la estética de la realidad o es una funda de realidades arrojada
al vacío real y su quimera.

¿Por qué tuviste que desear la muerte? ¿Quién eres? ¿Qué consejo
seguiste, si el lenguaje era para ti un modo de desandar el pánico, de limar sus aristas
y ahora vienes de pronto a alumbrar el estilo, la pura norma de la Naturaleza?



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