lunes, 17 de agosto de 2020

cita a ciegas


Los antiguos filósofos lo explicaron mejor: es fácil ligar paseando al perro.
No hay que estar en ningún sitio en especial. Solo ir a todas partes. 
(Colson Whitehead) 

Intenso. En legítima defensa, un chaval ha ensayado su alegato con Destiny®, que ha palidecido
y se ha ruborizado simultáneamente: nada que ver con la filosofía
(ni con la religión).

Podría haberle fulminado con el Arte; resulta complicado seguir
el hilo de las situaciones, hay una concomitancia real de los acontecimientos que dificulta el trámite
compacto, imposibilita proceder con eficacia
y músculo alternativo.

El panorama implica asimismo un cuajo
desigual de las oportunidades. Todo ocurre en un suspiro
común, da lo mismo expirar que respirar, morir que hacerse el muerto en un poema cualquiera.

Destiny® se complica la vida, tiene
instrucciones imprecisas, un manual de consecuencias, una calculadora
de sueños. Maneja e improvisa, define el tiempo si hace falta, rastrilla un parque como Central
Park en una mañana de descanso. Es como una fotocopia de los Ángeles,
funda una ciudad de Los Ángeles y la recorre a pie del tirón,
atlética, frenética y mortal.

Si el chico hubiera contemplado a una muchacha que camina
balanceando los brazos con inesperada alegría, su pelo negro, la cadencia
seráfica del ritmo, la orfandad absoluta de su movimiento. Entonces, todo habría estado bien.

Debe enfrentar su inapetencia; Destiny® cierra los ojos,
aletea en su vestido blanco, su piel es la corteza de un árbol pasada por el filtro del amor,
su rostro parpadea durante un puñado de arena. Sonríe
como una forma de mirar atrás, de hacerle espacio al mundo
sin que nadie lo sienta.



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