viernes, 1 de febrero de 2013

hasta que llega el día


Tierna palpita la espesura bajo
un sol de otoño que amenaza nieve.
La luz hace en la sombra su trabajo

de conceder y de quitar relieve
a las cosas del mundo, a las personas
que van y vienen por su vida breve.

Porque la luz también tiene sus zonas
oscuras donde todo se enmaraña,
que son como papeles que emborronas

y como el pensamiento que te engaña,
fantásticas regiones, hemisferios
ocultos, tierra incógnita y extraña.

También las luces guardan sus misterios,
lo mismo que las sombras forman parte
del decorado de los cementerios.

La luz es la materia que se imparte
en ciertas academias de altos vuelos
y, para las estrellas, es su arte

y es un secreto a voces en los cielos.
Pero la sombra escoge su alumnado
entre los que se tiran por los suelos,

planetas que carecen de alumbrado,
lunas que ponen siempre mala cara,
ciegos cometas de contorno helado.

El sol descarga su tormenta clara
sobre los árboles desprevenidos,
como si el aire se desangelara

repartiendo sus alas por los nidos,
mientras la sombra se pronuncia suave
y suavemente roza los oídos

con su voz terrenal de tono grave
y su color de ausencia, tan vacía
que todo el ancho mundo en ella cabe
noche tras noche hasta que llega el día.






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