Querida
hermana, tú que saliste del rastro inverso de la noche
dando
un paso decisivo hacia la soledad -¡qué paso nuestro!-,
que
revolviste en los baúles del tiempo hasta sacar un pañuelo
rojo
para ceñirlo a tu cuello desabrigado y triste, suficiente,
armado
de perlas sometidas al brillo de un callejón sin salida,
debes
saber, ahora, cuando aún (nos) queda un segundo para el verso,
cuando
todavía lucen sus mejores galas los sabios consejos
del
cielo estrellado y las cigüeñas vuelan bajo cargadas con preciosos
tesoros,
debes saber ahora, tú, querida hermana, tú que creaste
una
patria de espejos donde solo había un libro desgastado
e
iniciaste un formidable canto en el lugar favorito del silencio,
debes
saber, ¡atiende!, hermana devota y libre, tú que inventaste
un
idioma redondo para llamar a las palabras por su nombre,
una
lengua en paralelo a la seda que te viste y te desnuda tan despacio
que
resbalan los ojos por tus caderas alejadas del cuerpo
y
tus brazos parecen lágrimas que caen como el ocaso perfecto,
debes
saber que hoy, cuando aún el aire se resiste a morir de apatía
en
los labios del sueño y los besos más dulces resucitan en calma,
cuando
aún queda un instante para el verso que resuena limpio
hasta
los techos cansados, que rodea y oprime los altivos palacios
y no
termina de suceder en ninguna página escrita con ternura,
has
de saber, hermana nuestra, tú que santificas los días
aleteando
las peligrosas pestañas que desafían a los cuatro vientos,
t
ú
que
prometiste una suave caricia a cada uno de los príncipes del cuento
y
caminaste erguida sobre las aguas turbulentas como si fueras
la pareja
del siglo desfilando descalza por una pasarela luminosa,
con
tus piernas de mármol restallando -látigos en el suelo impredecible-
y los
ojos de fuego apoderándose de la realidad sin un atisbo de compasión
o
miedo, debes saber, tú, querida hermana, que alguien, en la sombra,
alguien
que te conoce pero no te mira, que te prefiere pero no te elige,
que
piensa en ti con la ilusión cercana de los niños que tiemblan
y te
desea con el justo egoísmo de los que no esperan la luz del paraíso,
te
ama tanto que ya no siente el corazón dentro del pecho porque siente el amor,
te
ama tanto que ya no siente nada porque siente el amor.
Dichosa la que vistes con palabras tan sentidas.
ResponderEliminarBueno, ya sabes, uno tiende a idealizar... Es un artefacto terapéutico, el poema, digo, que libera ciertas tensiones, en este caso sentimentales. Porque ni el poema va dirigido a alguien en concreto ni la voz que lo expresa pertenece a alguien real. Digamos que el poema está dedicado a Lauryn Hill, que está muy guapa en el vídeo y canta de maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias por la visita.