lunes, 21 de junio de 2021

canto elemental

 

Formas acribilladas. Cuánta tensión
extraordinaria, la punta del lápiz se rompe contra el papel charol. El papel es una raíz
cuadrada no resuelta, los versos comban ligeramente el espacio entre la mente y la mano
que tiembla.
 
Formas que graban cuadrículas de silencio, trapecios de ausencia
generalizada, organigramas inútiles; hay una empresa del Arte que construye despachos ovales,
pasillos largos como tardes de trabajo, paredes con los ojos clavados en ti.
 
El poema ha sido escrito en la lengua pastosa y característica de la poesía,
arrastra su fraseo compacto y polivalente: será destituido ―recitado. Será catalogado en los húmedos
archivos del distrito junto a un meollo arqueológico de facsímiles
elementales, junto a una sinrazón de alegorías
y un falsete de arreglos curativos.
 
Al final todo subyace,
todo ha de ser excavado, todo se resume en una mañana terrible, un viaje de novios
alrededor de la manzana, una clase particular de inglés sin nada que decir.
 
Cuando sobran las palabras los ojos se clavan en el mundo
como si solo hubiera consciencia y representación, taladran el pecho de los árboles, la piel fosilizada
de la piedra, se comunican en otra lengua necesaria que transita la superficie
andrajosa del yeso, la cara incandescente del mármol
inmortal.
 
Habitarán la noche las naves espaciales
y el verso será desertizado en láminas grisáceas, la nostalgia convivirá con el pánico y el silencio
será una percusión autorizada
por el canto.



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