domingo, 13 de junio de 2021

inválidos terribles

 

Ahora que estamos muertos, que no
nos reconfortan las audiciones ni el caos, que andamos entregados a la selva y no
a la literatura, que tenemos los colmillos
largos como destornilladores o estalactitas o cuchillos carniceros. Ahora que vamos impedidos
solemos despedirnos de la gente con una coletilla, con un gancho. Nada nos desalienta, ni siquiera los hombres,
ni siquiera las máquinas que agradecen las palabras amables, los adorables gestos.
 
El mar se ha congelado, doña parca en palabras*. Y ella con su lupa y su resto de cordura, su demolición
interior. Pero qué terrible
es el Arte, qué inhumano y deseable y qué bonito con sus columnatas y sus bóvedas,
sus frescos tan frescos, sus exámenes de conciencia. Qué vituperable es el Arte con sus ramas y su aloe
vera, su espiritismo y su historia sagrada.
 
Y qué pocas veces se estalla en una página, qué contadas veces las páginas prefieren
rasgarse, destruirse, solicitan arder
en una pira efímera, una pirueta mental. Nosotros somos los que paseamos con un libro bajo el brazo, los que
ardemos adentro, los que derrotamos a la soledad de una cabezada, somos
los que nunca han visto el mar.
 
Ser sentimental, ser un viaducto hacia la salvación
universal, hacia el éxito; es lo correcto. Lo correcto es hacer predicciones a medio plazo. O ir a ver el Zoo
con un libro bajo el brazo para parecer interesante, o ir a ver una película
iraní, ir a la biblioteca para que te vean entrando en una biblioteca, o escuchar tanta música que te salga
por las orejas, o mejor aún memorizar canciones comerciales y luego
tararearlas en el lecho de muerte para horror de la familia.
 
Ahora que estamos vivos, nos dejamos, tenemos el aire de un actor de reparto,
el presupuesto de una película de serie B, el espejo de casa nos adula un poco ―los demás arrasan
nuestra imagen―, nos debilitan la mandíbula, que ya cuelga floja, fofa y descarnada,
esquelética y silbante. Ahora que todo ha explotado en silencio, ahora que se va cumpliendo
lo que alguien predijo hace una maliciosa eternidad.
 
 
* Tillie Olsen, 'Dime una adivinanza'.



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