Bienvenidos
a la estupefaciente
composición
autónoma y concreta,
al
Poema, a la trampa y a la treta,
a
la celada turbia, fehaciente.
Un
cuarteto, un soneto -más se miente-
bien
pensado, entrenado en la secreta
profesión
de burlarse del poeta,
del
lector y de todo ser viviente.
Primer
terceto, la cautela obliga,
no
vaya a deslizarse alguna idea
(el
Poema es estricto en este asunto).
Para
acabar, da igual lo que se diga,
el
arte no se funda, se recrea.
Lo
digo yo, lo dice el verso. Y punto.
---
Un
día la belleza se marchita
y
entonces solo el arte la sustenta:
¿qué
verso por pasar de los cuarenta
pierde
su encanto en la primera cita?
Si
el tiempo da vigor, luego lo quita
-por
más que la debacle sea lenta-,
pero
el eco inmutable de la imprenta
sigue
lozano en la palabra escrita.
Es
la virtud del arte, su inmanencia,
su
poder infernal, su vampirismo,
la
gota que de pronto colma el vaso.
El
arte como cargo de conciencia
y
la belleza como catecismo:
el
éxito en la cima del fracaso.
---
Siente tu corazón, deja
que hable,
que imponga su virtud a
sangre y fuego
y mude el vulnerado
silbo en ruego
perfecto de tu pecho
invulnerable.
Transcribe, pon acento
en lo inefable,
haz del misterio secular
un juego,
gana, vuelve a ganar, y
pierde luego
la ganancia en un verso
imperdonable.
La poesía es más, qué
duda cabe,
es una habitación
-¿tienes la llave?-
donde se puede hablar
sin llevar voz.
Donde el silencio avanza
muy despacio
sobre la eterna urdimbre
del espacio
y la palabra, en cambio,
es muy veloz.
---
Vuelvo
al rigor del género maldito,
que
en mi persecución se degenera
toda
forma poética sincera,
con
su realidad y con su mito.
Vuelvo
al horrible Olimpo. Me repito
y
hago como si no me repitiera.
¡Qué
rigurosa accede, qué severa,
la
palabra a mi verso del delito!
Desciendo
de los padres de la tierra
y
no recuerdo más generaciones
que
las imprescindibles a mi acento.
Retorno,
por la senda del que yerra,
al
método infalible y sus prisiones
-que
son las de mi propio estancamiento-.
---
Solicitando
genio para el drama
-mientras
la inspiración llega o no llega-
bajo
el arco triunfal de la bodega
o
el influjo silvestre de Ketama.
Haciendo
acopio de algodón en rama
se
suelen escribir versos de pega
(se
suele recoger lo que se entrega,
por
eso el arte tiene mala fama).
Negociando
una estrofa miserable
con
la Musa más torpe de la historia
animado
de un claro desaliento.
Dando
voz a la flor para que hable
de
la belleza sin cantar victoria
(y
sin contarme siempre el mismo cuento).
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