domingo, 12 de mayo de 2013

un arco de conciencia bajo el sol


A Rosario la echaron del trabajo. Un día no encontró dónde sentarse,
            dónde sentirse bien,
siguió la flecha y acabó en la calle. Empezó a caminar
y caminaba pensando en el final.

Rosario no besaba y, al final,
la echaron del trabajo y -sin besar- empezó a desfilar por su camino
pensando en el espacio disponible, pensando en el dinero que debía
y en toda esa oscuridad gigante que avanzaba a su encuentro.

A Rosario (que predijo su nombre) la echaron del trabajo,
y era hermosa;
caminaba por la calle sin besar
y al final eran besos todo el tiempo, eran besos al aire y eran besos
a la gente desconocida y amable.
           
            Dulces labios que obraron su azaroso milagro
            separando las aguas de los mares, separándose en balsas
            del color de la luna bajo el sol.
            Labios nuevos enfrentándose a la tierra,
            caminando de frente a pesar de los besos, a pesar
            del camino tan largo,
            del trabajo que hacer, tan excesivo.

Rosario en este arco de realidad: caminando sin besos en el alma.
Después de otro final idéntico a los últimos finales.
Un beso en la mitad del corazón.
Tan hermosa como un beso en la mitad del corazón
y, al final, un modo de pensar en el futuro, un modo de pensar en el trabajo,
un arco de conciencia bajo el sol, un trabajo de artista
de otro modo
y un final. 




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