El poema se blinda. KRIT avasalla el silencio.
Y ella en aquel planeta suyo
con su pensamiento, su privacidad, su sol
también. Todo puede llegar a ser descorazonador
sin necesidad de desmandarse. Los corazones
tienen sus reglas y no siempre terminan empujando sangre.
Ella barre con su mirada un sistema virtual,
nada le llama la atención, nada.
Proliferan los nombres, las fotografías de
autor, los mensajes plásticos y generales, los mensajes acústicos,
las letras descarriadas y los anuarios de
saldo.
KRIT tiene la llave, que para eso es el
monarca más democrático. Su sonido es un gancho
a la mandíbula de cristal del hombre blanco (hay
un crujido). Se nota que este rap es científico en el método
y en el discurso. El discurso a ella le dice
poco: otro poema. Luego surgen las dudas acerca de la calidad
del aire, que si hay bastante rima viajando al
polo norte, si la tercera costa ha entrado en erupción.
Pero ella toca la guitarra y desliza sus
dedos con un chirrido por el mástil, con la inocencia debida,
la fortaleza. Su voz se compenetra con una
especie de intermezzo que contiene también algunos trinos,
algunos golpes secos, la fuerza del viento.
Así que no avasalla, se trasluce una cierta tensión
que gravita entre objetos sin forma. Por su
parte, la voz se llama como ella, lleva ese nombre africano.
Todos los árboles tienen su raíz. Las
canciones tampoco pertenecen al mundo de los sueños.
Hay una canción arraigada en la tierra, como
todas, que florece sin mácula.
La flor es para ella, para el pelo. Porque es
hora de hablar de la dulzura, sus labios de café, su aristocracia.
Es el momento del alma, ¡cuánta luz! Se
acelera la voz, el pulso, el pálpito.
Las palabras abandonan su confortable estado y
representan.
Ahora nadie quiere saber nada de ella, salvo
el poeta. A nadie le interesan las mociones, las respuestas,
los malentendidos. Nacen melodías dispuestas
a crecer sin atención, a parecerse al miedo.
La canción se vuelve un coro de ángeles. KRIT
escupe realidad porque no hay otra cosa (....) menos real.
Sueña realidad y describe fantasías Tan
Emocionantes.
El poema se blinda. Es el comienzo de una
bonita amistad entre una sombra compulsiva y su gigante verbal.
Ella es hermosa (¿quién lo dice?). Y quién lo
grita. El espejo del baño no lo va a negar.
En el autobús, en la cafetería, ninguna piel
protesta, ninguna afirma lo contrario. Se ha rendido la luz,
sin embargo, a su pura excelencia, la callada
plenitud que plantea su encanto.
Ni libros ni escenarios: una silla a la
puerta de casa
y un verso que no sabe a quién le importa.
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