domingo, 15 de noviembre de 2020

mundo de gigantes

 

Beautiful day. Vamos a hacer un picnic, la hierba
encierra una premonición, uno se encariña con la magia. Una manta a cuadros sobre la hierba es un espacio
remoto, sus flecos son olas de un océano feliz. El cielo forma una pradera
alta, su consistencia, su recorrido son ideales, existen sin querer.
 
Silban balas del pasado, proyectiles detenidos en el aire claro de un instante, se oyen gritos
antiguos, hay cuerpos mutilados, cuerpos vivos, cadáveres
sin más. Ensordecedor, se alza el vals de las inspiraciones, un mar de alientos
contenidos.
 
Diferentes personas obtienen diferentes recompensas. Un destello, una rosa, el Sol. Pero hay nexos de unión,
hilos conectores, cables de la luz. Las hormigas
siguen un patrón de comportamiento inmune a la adversidad,
viven en un mundo de gigantes.
 
Beautiful day. La voz del paisaje, el vestido ajustado de la naturaleza, la tranquila
ansiedad de las montañas. Qué hermoso día. Hologramas vacíos, llanuras aplastantes. Falta un río, pero la corriente
arrastra sueños y esperanzas; el sueño del reconocimiento, la esperanza de una muerte trivial.
 
A la sombra de un árbol cualquiera, la verdad enmascara
una letanía perdida. La mañana del cumpleaños de alguien, los últimos momentos. Nos sentimos,
leemos un capítulo del Arte, el verbo aparece como un jilguero
ramificando la brisa, dándose un respiro. Huimos
mientras el tiempo talla su finura de plata en el espejo.
 
No nos engañan las palabras, todo resulta hermético: la experiencia
es un camino sin salida. El viaje se prolonga aunque arrecie el silencio de la tierra
y la memoria se adorne con el rubor ardiente del futuro.


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