sábado, 5 de diciembre de 2020

3tt

 

Aire para cenar, es más que amor. La grafología
manda. La geología. Somos
logopedas clásicos, nos pirran los trabalenguas infantiles: tres tristes tigres.
 
Ah, nos deleita el Arte con minúsculas,
reseteado. Vertical, 4 letras, listo para el drama. Grandes verbos representan  
tremendas ilusiones, ideas ciclópeas: un gargantúa de las ideas como
el verbo ‘adivinar’. Se intuye una grave conmoción, el ser imaginativo se realiza (quítale una i).
 
La poesía debe ser destruida
desde dentro, dice Gombro. Y Rezzori. Y tal otro. Fulano de Tal. Grandes versos
acompañan el féretro de la creación, saltan con la música, al ritmo
ecléctico de las marimbas (echan humo). Esta vez
Olivia Dean ha hecho mutis por el foro.
 
             No dice nada que no sepas. No dice nada. Solo
que no. Y ya es bastante. Entrecortado. El misterio se desvela con un redoble
autista de tambores vehiculares (qué término tan posesivo); en el cerebro, mejor dicho, en la mente,
hay palabras que giran como planetas
infieles a sus reglas de comportamiento, astros sin fisonomía,
sin prole para la física.
 
En la mente, las palabras forman imágenes que colisionan entre sí,
colapsan en malos pensamientos. Las escenas funcionan a fuerza de economía
expresiva, el cine mudo es la culminación de una manera de desprotagonizarse; miramos documentales
como documentalistas, intuimos la conmoción
cerebral provocada por las provocaciones.
 
Andamos por un trigal; suceden milagros
alrededor de la nada, los árboles se estiran, ellos mismos se construyen la casita del árbol.
Los pájaros fomentan el absentismo natural: volar es el seudónimo de la poesía.


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