jueves, 31 de diciembre de 2020

labor de hielo

 

Y sin decir ni esta boca es mía,
muerto con siete vidas de adelanto,
eco del río que en la lejanía
fluye constante entre la sed y el llanto.
 
Mudo como una santa cofradía,
una estatua de sal, un camposanto,
ciego como la noche que desvía
hacia las sombras su estrellado manto.
 
Espíritu que va de boca en boca
mordiéndose la lengua que le toca
a dentelladas secas y feroces.
 
Callado como el beso de la tierra,
el umbral de una puerta que se cierra,
la tumba abierta de un millón de voces.
 
 
 
 
La cumbre se entrevé bajo la altura,
cerca del cielo en bruto del vacío,
el aire lentamente la tritura,
labor de hielo y siembra de rocío.
 
Cima y raíz de tanta desmesura
y, por elevación, recto desvío
hacia el cálido verso que madura
a la sombra famélica del frío.
 
Alma que ¡sabe dios lo que se inventa!,
pero sabe de dios más de la cuenta
y nunca echó la eternidad en falta.
 
Ángulo ciego que a la luz se arroja
como al viento colérico la hoja
y al silencio abismal la voz más alta.
 
 
 
FELIZ AÑO NUEVO A TODOS



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