En estricto
silencio, azabache, ala de cuervo.
Es la
culminación, el desarme, la negación
de
aquel concepto vital; explorar madrigueras parece interesante,
viajar
cargado de razones y ocupar sitios libres,
verificar
cielos estrellados con los brazos en cruz.
Relampaguean
solos estos diabólicos lirios,
surten
efecto, presumen de especial naturaleza muerta.
En
silencio, el aire resume su aparato lingüístico, verbo
y
predicado por arte de magia.
La
rabia exige tributos, recargos e intereses, bulle
líquida,
expectante, a través de un arrecife singularmente hosco,
peligroso.
Qué
perros salvajes alardean de espanto,
pero su
soledad no produce heridas incurables
ni un
grano de vergüenza.
Destino.
Cuanto existe y prolifera. Dura
un
segundo en la cúspide del tiempo,
muestra
una posición diáfana en el espacio, sin movimiento, sin ritmo,
algo
apocada o endeble.
Algo
que no puede ser.
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