viernes, 4 de julio de 2014

cinco minutos de amor eterno


Se ha comido la lengua el gato.
Hambre, no hay. Los días se reproducen como larvas e infectan la historia de continuidad.

Cuando no se tiene nada que hacer, el tiempo crea universos de bolsillo a toda máquina;
el infinito es incompatible con la felicidad.

La perlas ruedan por la página en blanco, no son letras al uso
ni es tan buena la letra que las guarda, su belleza se traslada y penetra la luz,
su belleza busca un corazón ensombrecido.

Quien no ande detrás de la chica milagro debe estar loco. Ella converge y disgrega,
desencaja. Pueden hacerle un ingreso en su cuenta como otro impuesto sanitario más.
No lo poetizará, no lo rentabilizará. Hará la compra.

Dejémonos de estrellas.
Las estrellas caminan con un haz de leña que pesa demasiado,
cantan solo a media voz. Ah, pero su hermosura es al final un fin en sí misma,
está de acuerdo consigo y se pronuncia, no desmerece la quimera.

Muchas manzanas atrás el aire se ha visto envuelto en una situación delicada.
El altavoz confunde las distancias y encuentra una vía de expresión
que no sirve de nada. ¡Música va! La soledad es un lujo que únicamente los muertos pueden permitirse.

Campos de amapolas, hombres laboriosos. La Luna en el centro, impartiendo justicia.

Alguien que salga a las ocho de trabajar con el semblante demacrado,
el cuerpo absorto en su propio agotamiento, la mente despejada como una plaza a las tres
de la mañana.

En la brevedad está el gusto, hay que morirse a ratos, escribir deprisa
y no tener piedad con las palabras que dignamente acarician la gloria.



Lorraine Glover, wife of famous hard bop trumpet player Donald Byrd 
(by William Claxton).




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