Acepto que subrayen mi escritura
con bolígrafo rojo los estetas,
que me excluyan los ágiles poetas
de su particular nomenclatura.
Admito que mi verso no madura,
que siempre estoy haciendo las maletas
y siempre estoy en obras incompletas
erguido sobre un podio de basura.
Pero que no me vengan con el arte,
que no mareen la perdiz del estro
ni se erijan en jueces de mi estilo.
Pues, en la poesía, juez y parte
soy por obra del verbo que demuestro
y por gracia del nombre que sigilo.
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