Voló su deportiva pajarita
y con ella los triples de cemento.
Cesó la magia, el show con fundamento;
la pequeña pantalla se marchita.
Hoy en todas las canchas se le cita
como a un poeta de querido acento
(ya corre su palabra más que Gento
de boca en boca y no se debilita).
Los jugones del mundo están de luto
oteando lejanos horizontes,
las canastas se mudan a la prosa.
Voló su franca voz, dejó su fruto.
Hoy debemos decir con Andrés Montes:
¡la vida puede ser maravillosa!
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