Sueña el cristal del agua transparente,
finge la luna nueva del espejo,
el aire traza un pálido bosquejo
y la mirada más profunda... miente.
Yerra la luz con su venablo urgente,
jura en falso el clamor de su reflejo
y estrella en cada sombra un azulejo
para que el cielo no se desaliente.
No alcanza la materia a condensarte,
a tientas mendigando en el vacío.
El tiempo se termina y no te empieza.
E incluso el duro método del arte,
al que imprudentemente me confío,
fracasa en el umbral de tu belleza.
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