Reducido a la estrofa, he aquí que me rebusco.
Henos aquí a mi sombra y a mí, que la acompaño,
de alguna forma espuria, en un sentido brusco,
haciéndonos de menos con tal de hacernos daño.
Menguado en mi sustancia por la filosofía
depuro mis acciones de todo compromiso.
Exploro firmamentos sin brújula ni guía,
mas sin perder de vista el cielo donde piso.
Degradados los ojos a su visión nocturna,
¿qué rosa no atenúa su luminoso estilo?,
¿qué azul vertiginoso no cabe en una urna?,
¿qué verde no registra su máximo sigilo?
Se produce la noche, la noche es puro fondo,
es manantial de estrellas, río de luz quebrada.
Se manifiesta fuente de pensamiento hondo,
por no manifestarse germen de pura nada.
¡Sombra tumultuosa!, ¡zona jamás descrita!,
sal a reconocerme de tu morada ignota.
Acude con mi cuerpo a la postrera cita,
que ya va con mi alma la luz que te derrota.
Sal de tu espacio inverso, lívida y demacrada,
empújame al vacío desde tu breve altura,
vuelve de entre los muertos, antes de que me invada
la funeral nostalgia de tu mirada oscura.
Quémame la garganta, sublevación de ocaso,
a la primera sangre, circula por mis venas,
ajústame las cuentas, condéname al fracaso,
igual que a no llevarte conmigo me condenas.
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